En invierno, las aves que vienen desde el norte de Europa a pasar el crudo invierno, la niebla que forma espectaculares mares de nubes bajo nuestros pies y las heladas que perfilan los relieves y las sombras de las encinas en las dehesas, dibujan paisajes característicos y dignos de observar y disfrutar de ellos.
Los buitres leonados comienzan el celo y aguantan en los roquedos hasta que los primeros rayos de sol calientas sus gelidos plumajes que les han protegido durante la fria y larga noche.
El Aguila Imperial rompe el silencio de una Portilla del Tietar magica con las luces que refleja el paisaje invernal, silencio tambien truncado por el paso continuo de bandos de grullas asentadas sobre los maizales de la Bazagona y las Urdimalas.
Los ciervos se refugian entre el monte bajo, hullendo de las heladas que cubren las dehesas, sus cuernas asoman entre las jaras y olivillas, orientando sus orejotas al escuchar nuestros coches acercandose por los caminos.
Una preciosa época para disfrutar de Monfragüe, asi como de sus comarcas vecinas que cambian su colorido con la llegada del otoño.